Potencia el efecto de las «Tecnologías» aportándoles calor, lo que multiplica su emitancia/producción respectivamente, y por tanto sus beneficios. La temperatura de la cápsula se puede regular según las necesidades concretas de cada persona.

Es evidente que los seres humanos somos bioacumuladores que almacenamos muchas toxinas, esto cada vez es más agravado por el efecto Biomagnificación en la cadena alimenticia.

El estrés, la contaminación, una alimentación poco sana y el sedentarismo, son factores que acidifican y dañan nuestro organismo. Los gases tóxicos como el dióxido de carbono y sustancias tóxicas como el plomo, mercurio, cloro, etc. son «encapsuladas» en agrupaciones de moléculas de agua en nuestro cuerpo. Esto hace que se produzcan bloqueos en el intercambio de sustancias a través de la membrana celular y se acumulen toxinas que entorpecen el flujo de la sangre y el suministro de oxígeno, por lo tanto causan múltiples daños a las células.

La «Tecnología Bioinfrarrojos» emite una longitud de onda (4 a 14 micras) igual a la del Bioinfrarrojo (mínima parte del infrarrojo lejano) que activa las moléculas de agua de nuestro cuerpo y disgrega las «encapsulaciones», por lo que mejora el nivel de oxígeno, calienta y ayuda a eliminar grasas del tejido adiposo, residuos químicos y toxinas, reduce el nivel de acidez, mejora el flujo sanguíneo, el sistema nervioso, etc.